viernes, 22 de julio de 2011

LOS RECHAZADOS Y LA OBLIGATORIEDAD DEL BACHILLERATO

Por Juan Carlos Yáñez Velazco
Las cifras sobre los rechazados de las instituciones educativas acarrean un alud de cuestionamientos sobre los presuntos responsables, y las medidas que debieron tomarse para evitar la exclusión. Regresa entonces, cíclicamente, un debate que siendo urgente, así colocado en la agenda, poco aporta en la construcción de políticas públicas y estrategias efectivas.
Este año es inevitable recordar la iniciativa que se presentó para establecer la obligatoriedad del llamado bachillerato y que parece acercarse a un esperable e indeseable final. Las observaciones sobre insuficiencias técnicas son un argumento menor, frente a las condiciones financieras y de infraestructura que requeriría su aprobación, de una cuantía que sólo podría solventarse con una determinación histórica que no hemos conocido en décadas recientes.
Desaprobar la medida es una decisión inminente. Como dicen que reconoce el Senado, no se discute la pertinencia de una reforma de ese tamaño, pero las condiciones, a juzgar por las tendencias, no son las más amigables para emprender una cruzada a favor de hacer vigente el derecho a la educación media superior y superior. La iniciativa era, sigue siendo positiva, sin duda. Un paso adelante en el camino hacia la incorporación constitucional de un derecho humano universal es el comienzo de la reparación de un rezago, pero de la iniciativa a su factibilidad hay una distancia con tintes de insalvable.
La idea de hacer obligatorio el bachillerato no es nueva. En el año 2000 el estado de Jalisco la contempló como tal en su constitución; allí se dicta que la educación media superior es obligatoria y gratuita. Después, una iniciativa con ese propósito fue presentada, discutida y desechada en el Congreso de la Unión.
La nueva iniciativa tiene sus bondades pero no basta. La educación básica es un derecho constitucional en México, pero no se cumple para más de 30 millones (32.5 o 33 millones) de mexicanos mayores de 15 años que no la han culminado, según cifras oficiales. 33 millones de mexicanos es más que la población de muchos países de América Latina. 33 millones son apenas uno menos que la matrícula global del sistema educativo nacional el ciclo anterior.
De esa cantidad en rezago, 17 millones no tienen un certificado de secundaria. La cifra es enorme y atenderla un reto monumental. Ya lo declaró recientemente el director del INEA: aprobar la obligatoriedad del bachillerato de facto aumentaría el rezago, porque ahora tendrían que incluirse los excluidos de la educación media superior.
La viabilidad de la propuesta requiere análisis fríos, más allá de las buenas intenciones. Las tendencias son abrumadoras y no ofrecen alojo al optimismo. Para alcanzarla se necesitan más de un sexenio, proyectos sólidos y un conjunto de condiciones, entre las cuales destaco tres: una inversión descomunal en el tipo educativo que ha sido históricamente olvidado frente a los otros dos (el básico y el superior), profesores bien formados, bien pagados y bien reconocidos, y corregir procesos que no funcionan adecuadamente. Me atrevo a afirmar que de los tres, siendo complicadísimos, el más sencillo es el financiero, porque los otros dos no se resuelven por decreto. Crucial es la cuestión de los profesores, que no admite soluciones parciales ni de corto plazo. En México cualquiera puede ser profesor de bachillerato; las inercias y vicios son terribles.
En otro renglón, varios indicadores del sistema escolar revela problemas gravísimos. En el cuarto informe del presidente Calderón las cifras ejemplifican: la cobertura en el ciclo 2010-2011 se estima en 66 por ciento, mientras que la eficiencia terminal es de 63 por ciento, lo cual significa que de cada 100 adolescentes cuarenta concluyen el bachillerato. De la misma fuente se pueden desprender datos aún más dramáticos: entre los ciclos escolares 1990-1991 y 2009-2010 la cobertura se elevó del 36 al 64 por ciento, es decir, casi 30 puntos porcentuales en dos décadas, pero en los mismos años, la eficiencia terminal apenas pasó de 60.1 a 62.9 por ciento. Significa que mejorar la cobertura sin hacer lo propio con las posibilidades de tránsito y culminación es insuficiente y parcial.
El esfuerzo educativo que ha hecho el país entre los años de la Revolución y la primera década del siglo XXI produjo resultados extraordinarios. Sin embargo, también es inocultable que la educación sigue siendo una promesa incumplida para millones de mexicanos. Pero el problema no es sólo la escuela. La problemática del sistema escolar no puede revisarse al margen de la social. Y no es posible, dice el profesor italiano Raffaele Simone, construir una isla feliz en un archipiélago de tristeza.
En México no hay un sistema que pueda mostrar una fortaleza sin par: ni el sistema de seguridad, sanitario o económico gozan de cabal salud. La escuela no es ajena. Por eso el tema debe colocarse en su justa dimensión: no es asunto de planeación estratégica, una cuestión técnica o de indicadores; es un tema de derechos humanos, un desafío ético: ¿los mexicanos deben ser educados, merecen ser educados, pueden ser educados? ¿Queremos educarlos?

4 comentarios:

  1. sobre los rechazos y la obligatoriedad del bachillerato.coincido en que los profesores debemos de generar a la vrevedad una nueva cultura de la enseñanza, es decir debemos de empezar por nosotros mismos a generar nuevas formas de transmitir el conocimiento con resultados soportados y acciones generadas por nuestros estudiantes.una vez que se tenga esa persepcion de ese cambio, entonces debemos de pensar en una modificacion de una de una mejor retribucion de salario. Es preocupante saber que de cada cien adolecentes que inician la educacion media superior sólo termina el cuarenta porciento, tambien es relevante que en el ciclo escolar de 1990 a 1991 y 209-2010 la cobertura se elevo del 36% al 64% y en los mismos años la eficiencia terminal apenas paso del 60.1 al 62.9, datos que siguen dando de que hablar, por eso sigo insistiendo en que cada profesor debe de aportar acciones concretas para el sistema educativo mexicano. Nos debe ocupar que desde la mirada de otros profesores extranjeros emitan varios de los juicios antes comentados, es decir estan al tanto del desarrrollo de la educación en México cuando debería de ser todo lo contrario. Nosotros los mexicanos deberiamos de estar ocupados en todo momento del desarrollo de la educación de nuestro país.

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  2. Yo creo que no solo es labor de nosotros sino tambien de la sociedad,de mi parte se que debemos de cambiar y cambiar la educacion ,pero existen factores externos y internos que inpeden nuestra labor sea mejor ,considerando primero que nuestra profesion no es muy bien renumerada,tenemos muchas deficiencias nuestros planteles necesitan restructuracion,las condiciones economicas de la mayoria nuestros alumnos no es la mejor,por lo que sus padres tienen que trabajar y los descuidan dejandolos en el olvido,algunos de estos afortunadamente encuentran el camino correcto y logran culminar sus estudios,es una labor de todos por tal nos compete a todos crear un mexico diferente

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  3. Saludos....

    Considero que la educación es un derecho fundamental y vital para todo ser humano, sin embargo no todos tienen acceso a tal educación, algunos sólo se conforman con la escasa formación en valores adquiridos en el hogar, y otros más han sido educados por la televisión o por la vida en la calle. De antemano, los números reflejan el poco o nulo acceso que muchos mexicanos tienen a una educación escolar y a una permanencia en una institución, debido a que la educación cuesta y, en diversos lugares de México, la población no cuenta con un empleo seguro y bien remunerado.

    La Reforma Integral de Educación Media Superior propone una educación de calidad y que brinde cobertura, no obstante y desde mi punto de vista muy personal, cobertura no se trata de hacer obligatorio el bachillerato, y menos que se construyan escuelas en varios lugares aunque éstas se encuentren en la punta del cerro más alejado de la civilización; ya que por mera experiencia personal puedo atreverme a asegurar que la mayoría de estas escuelas de nueva creación no cuentan con el debido equipamiento en tanto a bibliotecas, centros de cómputo e incluso de luz eléctrica se refiere.

    También, triste es leer en este artículo que muchos pueden ser profesores de bachillerato por diversas situaciones de “amistades influyentes” aunque, creo que a muchos, no nos ha sido fácil conseguir empleo en Educación Media Superior y otros tantos más ni una hora hemos basificado. Pero considero que en cada uno de nosotros está la oportunidad de encaminar a los estudiantes del hoy, para que sean los adultos del mañana.

    Finalmente, la educación debe ser para todos, seamos mexicanos o no. La educación es un derecho, no una obligación. La educación debería ser gratuita, desafortunadamente ésta cuesta y cuesta mucho.

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  4. Con respecto al Artículo Los rechazados y la obligatoriedad del bachillerato, me pone a reflexionar acerca de mi labor como docente, ¿qué estoy haciendo? y ¿cómo lo estoy haciendo?, es alarmante saber que de cada 100 alumnos que inician el bachillerato solo 40 concluyan, que estamos haciendo los maestros, desde mi trinchera debo de mejorar y motivar a mis alumnos a que den lo mejor de si, siempre existirán problemas y deficiencias ya sea en su entorno familiar como social, e incluso en la escuela, pero los maestros debemos hacer lo que nos corresponde y tratar de hacerlo mejor, ayudar a nuestros alumnos a que sean mejores personas para que puedan enfrentarse al mundo. También como menciona el articulista existen tres factores importantes que no son tan fáciles de resolver porque desafortunadamente el sistema es así y no lo podemos cambiar, pero si lo podemos hacer dentro de nuestra aula y tratar de ser mejores docentes.
    No podemos engañarnos nosotros mismos la docencia siempre debe ser honesta.

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