viernes, 22 de julio de 2011

LOS RECHAZADOS Y LA OBLIGATORIEDAD DEL BACHILLERATO

Por Juan Carlos Yáñez Velazco
Las cifras sobre los rechazados de las instituciones educativas acarrean un alud de cuestionamientos sobre los presuntos responsables, y las medidas que debieron tomarse para evitar la exclusión. Regresa entonces, cíclicamente, un debate que siendo urgente, así colocado en la agenda, poco aporta en la construcción de políticas públicas y estrategias efectivas.
Este año es inevitable recordar la iniciativa que se presentó para establecer la obligatoriedad del llamado bachillerato y que parece acercarse a un esperable e indeseable final. Las observaciones sobre insuficiencias técnicas son un argumento menor, frente a las condiciones financieras y de infraestructura que requeriría su aprobación, de una cuantía que sólo podría solventarse con una determinación histórica que no hemos conocido en décadas recientes.
Desaprobar la medida es una decisión inminente. Como dicen que reconoce el Senado, no se discute la pertinencia de una reforma de ese tamaño, pero las condiciones, a juzgar por las tendencias, no son las más amigables para emprender una cruzada a favor de hacer vigente el derecho a la educación media superior y superior. La iniciativa era, sigue siendo positiva, sin duda. Un paso adelante en el camino hacia la incorporación constitucional de un derecho humano universal es el comienzo de la reparación de un rezago, pero de la iniciativa a su factibilidad hay una distancia con tintes de insalvable.
La idea de hacer obligatorio el bachillerato no es nueva. En el año 2000 el estado de Jalisco la contempló como tal en su constitución; allí se dicta que la educación media superior es obligatoria y gratuita. Después, una iniciativa con ese propósito fue presentada, discutida y desechada en el Congreso de la Unión.
La nueva iniciativa tiene sus bondades pero no basta. La educación básica es un derecho constitucional en México, pero no se cumple para más de 30 millones (32.5 o 33 millones) de mexicanos mayores de 15 años que no la han culminado, según cifras oficiales. 33 millones de mexicanos es más que la población de muchos países de América Latina. 33 millones son apenas uno menos que la matrícula global del sistema educativo nacional el ciclo anterior.
De esa cantidad en rezago, 17 millones no tienen un certificado de secundaria. La cifra es enorme y atenderla un reto monumental. Ya lo declaró recientemente el director del INEA: aprobar la obligatoriedad del bachillerato de facto aumentaría el rezago, porque ahora tendrían que incluirse los excluidos de la educación media superior.
La viabilidad de la propuesta requiere análisis fríos, más allá de las buenas intenciones. Las tendencias son abrumadoras y no ofrecen alojo al optimismo. Para alcanzarla se necesitan más de un sexenio, proyectos sólidos y un conjunto de condiciones, entre las cuales destaco tres: una inversión descomunal en el tipo educativo que ha sido históricamente olvidado frente a los otros dos (el básico y el superior), profesores bien formados, bien pagados y bien reconocidos, y corregir procesos que no funcionan adecuadamente. Me atrevo a afirmar que de los tres, siendo complicadísimos, el más sencillo es el financiero, porque los otros dos no se resuelven por decreto. Crucial es la cuestión de los profesores, que no admite soluciones parciales ni de corto plazo. En México cualquiera puede ser profesor de bachillerato; las inercias y vicios son terribles.
En otro renglón, varios indicadores del sistema escolar revela problemas gravísimos. En el cuarto informe del presidente Calderón las cifras ejemplifican: la cobertura en el ciclo 2010-2011 se estima en 66 por ciento, mientras que la eficiencia terminal es de 63 por ciento, lo cual significa que de cada 100 adolescentes cuarenta concluyen el bachillerato. De la misma fuente se pueden desprender datos aún más dramáticos: entre los ciclos escolares 1990-1991 y 2009-2010 la cobertura se elevó del 36 al 64 por ciento, es decir, casi 30 puntos porcentuales en dos décadas, pero en los mismos años, la eficiencia terminal apenas pasó de 60.1 a 62.9 por ciento. Significa que mejorar la cobertura sin hacer lo propio con las posibilidades de tránsito y culminación es insuficiente y parcial.
El esfuerzo educativo que ha hecho el país entre los años de la Revolución y la primera década del siglo XXI produjo resultados extraordinarios. Sin embargo, también es inocultable que la educación sigue siendo una promesa incumplida para millones de mexicanos. Pero el problema no es sólo la escuela. La problemática del sistema escolar no puede revisarse al margen de la social. Y no es posible, dice el profesor italiano Raffaele Simone, construir una isla feliz en un archipiélago de tristeza.
En México no hay un sistema que pueda mostrar una fortaleza sin par: ni el sistema de seguridad, sanitario o económico gozan de cabal salud. La escuela no es ajena. Por eso el tema debe colocarse en su justa dimensión: no es asunto de planeación estratégica, una cuestión técnica o de indicadores; es un tema de derechos humanos, un desafío ético: ¿los mexicanos deben ser educados, merecen ser educados, pueden ser educados? ¿Queremos educarlos?

lunes, 18 de julio de 2011

EL PAPEL DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL ALUMNADO

Este texto es muy interesante y les resultará de gran ayuda para el trabajo que realizan.http://redie.uabc.mx/contenido/vol6no2/contenido-extremera.pdf

LITERATURA

Cuando vemos la palabra literatura en el título del curso no nos preguntamos qué significa. Su significado parece obvio y usamos la expresión “texto literario” con frecuencia en nuestro lenguaje coloquial. Pero luego, al llegar el primer día de clase, cuando el profesor nos pregunta ¿qué es un texto literario? O con más precisión, ¿cómo diferenciamos un texto literario de otro que no lo es?, empezamos a tener dudas. El sentido de la palabra literatura nos empieza a parecer más complejo. Las dudas y las preguntas que éstas sugieren son el mejor camino para alcanzar un sentido propio de lo que queremos decir cuando hacemos referencia a un texto literario. También aquí vamos a iniciar nuestro camino para comprender el concepto de literatura a través de una serie de preguntas iniciales, que luego se podrán complementar en la discusión en clase.
1. ¿Cuál es el origen de la palabra literatura?Esta palabra proviene del latín litteratura, que es un derivado de la palabra littera y que significa letra del alfabeto. En su origen, pues, la palabra literatura hace referencia a la palabra escrita.

2. ¿Entonces, sólo un texto escrito puede ser literario?No, ese es el origen de la palabra literatura, pero siempre ha existido una literatura de transmisión oral. En tiempos antiguos, cuando muy pocas personas sabían escribir y leer, la literatura oral tenía gran difusión entre las gentes. Hoy día existen igualmente medios que difunden la literatura a través de la palabra hablada, así se hace con frecuencia a través de la radio y de la televisión.

3. Es obvio que no todo lo hablado o escrito es literatura. ¿Cómo podemos diferenciar un texto literario de otro que no lo es?Esta pregunta ha dado lugar a fuertes debates entre los críticos literarios de todas las épocas, sin que hasta la fecha se haya llegado a un acuerdo. En casos extremos todos estamos de acuerdo: reconocemos como obra literaria El Quijote de Miguel de Cervantes, y decimos que el “contrato de venta” de una casa no es un texto literario. El problema surge cuando la diferencia no es tan marcada y cuando empezamos a dar reglas para separar lo que es literatura de lo que no es literatura. Los críticos estarían de acuerdo en considerar obras literarias a todos los textos incluidos en la antología de este curso.

4. Es posible que la lectura de los textos en la antología de este curso nos enseñe a reconocer ciertas obras literarias, pero sigo teniendo la misma pregunta, ¿Cómo podemos diferenciar un texto literario de otro que no lo es?Los antiguos reconocían tres aspectos centrales en el arte de escribir: Gramática (el bien escribir según las reglas gramaticales establecidas), Retórica (la estructura del discurso para persuadir en la comunicación) y Estilística (la búsqueda del arte y belleza en la expresión). Si ahora consideramos tres niveles de textos, podríamos decir que la gramática caracterizaría el primer nivel, cuyo objetivo es la comunicación: la mayor parte de los libros de texto (de geografía, de biología, de historia, etc.) corresponden a este primer nivel. El segundo nivel de textos añade a la gramática la retórica, es decir, añade una estructura cuyo fin es conseguir la persuasión en el lector o en el oyente; buenos ejemplos de este segundo nivel son los textos y discursos políticos. Podemos ahora considerar un tercer nivel que añade a los dos anteriores la estilística, o sea, una preocupación consciente por expresar la belleza, por crear una obra de arte.

5. Entonces, ¿podemos agrupar y diferenciar los textos según sus objetivos?Sí, en un principio, pues nos permite una primera aproximación a la evaluación de un texto. Pero sólo sirve como una primera guía. Hay descripciones geográficas que son textos de gran valor artístico. Dentro del canon literario se encuentran también numerosos discursos políticos o textos ideológicos, cuyo objetivo primordial fue la persuasión. De igual manera, hay textos en los cuales su autor se propuso escribir una obra literaria, pero que no llegan a crear un leguaje artístico. Es decir, el objetivo que motiva un texto no determina necesariamente su valor artístico. José Romera Castillo nos dice que la obra literaria

“es algo que se aparta de la cotidianidad y que se convierte en una fiesta, en una excepción […] Fusionando los conceptos de vida y arte, el creador confiere a su obra una tonalidad de significación social y moral por un lado; y artística —lúdica— por otro” (124).

6. Podemos aceptar, aunque con reservas, la definición de Romera Castillo de que la obra literaria funde los conceptos de vida y arte y que se aparta de la cotidianidad, pero su afirmación no nos ayuda mucho, pues usa la palabra arte para definir una obra artística y la pregunta es ¿cómo reconocemos lo que es arte en un texto concreto?En efecto, podemos decir que el concepto de literatura gira en torno al concepto de arte, y los juicios sobre el valor artístico de un texto son juicios subjetivos, pero que también dependen en gran medida de la educación de nuestra sensibilidad artística. Precisamente, el objetivo primordial de este curso de apreciación de la literatura es ir estableciendo en qué consiste el valor artístico de las obras incluidas en la antología.

7. Si reconocemos que la valoración artística es subjetiva ¿Cómo podemos educar nuestra sensibilidad artística?La respuesta tradicional siempre ha sido que la lectura de las obras maestras va, poco a poco, creando nuestra sensibilidad por la literatura. Lo mismo sucede con la música o con la buena comida. Pero además, como en el caso de la música y de la comida, hay numerosas características que en sí mismas no determinan el valor de una obra literaria, pero que sí sirven para aproximarnos a dicho valor. En los estudios introductorios a los distintos géneros literarios iremos reflexionando sobre esas características.

8. ¿Qué se quiere decir con la palabra “características” en el contexto de una obra artística?Con la palabra “características” hacemos referencia a los recursos que usan los autores en el proceso de crear una obra artística. En términos generales podemos decir que todo texto consta de dos partes, o mejor dicho, integra dos dimensiones: los contenidos (ideas, emociones) y los recursos del lenguaje (cómo se articulan dichas ideas o emociones). Los recursos literarios se refieren al modo cómo se integran ambas dimensiones. Por ejemplo, Wellek y Warren establecen una diferencia entre lo que denominan lenguaje científico y lenguaje literario:

“El lenguaje científico ideal es puramente denotativo: tiende a una correspondencia recíproca entre el signo y cosa designada […]. El signo es también transparente; es decir, sin llamar la atención sobre sí mismo, nos remite de un modo inequívoco a lo que designa” (27).

El lenguaje literario es esencialmente connotativo. Es decir, usa el lenguaje prestando atención a sus posibilidades metafóricas. Veamos como ejemplo la siguiente frase: “Era una montaña”. En un libro de geografía se va a usar en su valor denotativo: “Era una montaña rocosa de 7500 metros de altura”. En una novela, por ejemplo, se puede usar en su sentido connotativo para describir a una persona fuerte y alta que camina lentamente por la calle: “Era una montaña imponente que se aproximaba con lentitud y firmeza”.

9. ¿Entonces, el lenguaje literario se diferencia del lenguaje cotidiano en que el lenguaje literario es preferentemente metafórico?Esta primera conclusión puede servirnos como guía, pero debemos recordar que todo lenguaje es por naturaleza metafórico. Lo que sucede es que en el lenguaje cotidiano el sentido metafórico se ha lexicalizado (ha dejado de leerse como metáfora), o sea, se ha convertido en un lenguaje denotativo: la palabra parece coincidir con lo que designa. A través del curso vamos a leer y reflexionar en torno a numerosos ejemplos en los que los autores de los textos literarios hacen uso de la ambigüedad de ciertas palabras, entre su sentido cotidiano y sus posibles significados metafóricos.

10. Si todo leguaje es metafórico y si una metáfora con el tiempo puede dejar de ser metáfora, ¿Cómo podemos saber el sentido que el autor quiso dar a una palabra determinada?Muchos críticos de la literatura siguen todavía discutiendo esa problemática. En realidad, cuando hablamos de literatura nos estamos refiriendo a un proceso que lleva implícitas tres dimensiones: el autor, el texto y el lector. Parte de la formación de nuestra sensibilidad artística es tomar conciencia de cómo se relacionan estas tres dimensiones. En el transcurso de nuestra cultura occidental se dio primero más importancia al autor, luego los críticos se concentraron en el texto, y en este curso vamos a privilegiar la perspectiva del lector. Desde esta perspectiva, sí que nos importa quién fue el autor y qué deseaba comunicar, pero vamos a dar preferencia a cómo los lectores leen el texto y cómo justifican su lectura.

11. Estoy de acuerdo de que la literatura es más interesante cuando yo puedo interpretarla, pero si privilegiamos nuestra interpretación individual, ¿qué papel desempeña el autor en esta nueva perspectiva?Esta pregunta hace referencia a otra pregunta central: ¿por qué leemos literatura? Pero antes de contestar el porqué, veamos el papel que desempeña el autor. Si nosotros tenemos un texto literario es porque una persona lo ha escrito. Estas personas, que aquí llamamos autores, viven y representan los valores de su época, tanto si tienen conciencia de ellos o no, tanto si proyectan o critican dichos valores. Es decir, para escribir usan un código personal y un código referencial que responde a las preocupaciones de su época. Toda lectura crítica de un texto necesita, para conseguir una comprensión más completa, el contexto del autor y de su época.

12. ¿Quiere decir que si no conocemos a un autor o su época no podemos comprender un texto literario?No. El lector es libre de leer un texto y comprenderlo desde su propia subjetividad y en función a su intimidad. Pero si deseamos leer un texto críticamente y luego discutirlo en un círculo de personas o en la sala de clase, necesitamos justificar nuestra interpretación con referencias externas a nosotros mismos. Necesitamos hacer referencia al léxico del texto, a la retórica o código que usó el autor, al mundo (la época) en el que surgen sus ideas y, posiblemente, a ciertas referencias personales del autor. En este sentido el autor es importante pues nos permite aproximarnos más al texto que deseamos analizar (ver el concepto de autor).

13. Según la respuesta anterior, la pregunta que determina nuestra lectura es ¿por qué leemos?Así es, en efecto. La lectura subjetiva, íntima, personal de un texto, depende siempre de la persona que lo lee y de su contexto. Aquí, y en todo este curso, hacemos referencia a una lectura crítica, una lectura para discutir en la sala de clase. En este sentido, los especialistas de la literatura han propuesto varias razones:

  • La visión tradicional propone que las grandes obras literarias son un depósito de valores universales que pueden dar sentido y unir los pueblos.
  • Desde posturas contestatarias, deconstructivas, problematizadoras, se muestra que a través de las grandes obras también se pueden perpetuar estructuras de poder. Así, por ejemplo, desde una perspectiva feminista se observa cómo a través de la literatura de épocas pasadas se mantiene la función subordinada de la mujer.
  • Desde una perspectiva estética, se considera al texto literario como una creación artística con significado en sí misma.
  • Desde perspectivas más complejas se tiende a ver el texto literario como una serie de elementos estéticos y contextos culturales. Desde esta perspectiva, las obras literarias son creaciones artísticas que responden a contextos culturales y que por ello mismo sirven de pauta para la comprensión del desarrollo de los diversos grupos culturales humanos.
14. Si los objetivos que motivan la lectura de un texto literario son tan importantes, surge la pregunta de ¿qué textos literarios leemos?Tradicionalmente, tanto los libros de texto para la enseñanza de la literatura como las historias de la literatura, han estado dominados por un estricto canon de obras consideradas clásicas. También las editoriales se concentraban en la publicación de las obras que se ajustaban a un canon. Es decir, sólo una parte de las obras escritas a través de los años circulaba y era asequible su lectura. La explosión editorial de las recientes décadas y una lectura más independiente y crítica de las obras literarias que formaban el canon y de aquellos textos que habían quedado marginados, ha descubierto que los textos considerados como canónicos encubrían con frecuencia posiciones ideológicas y de poder. En la actualidad se está haciendo una evaluación más pluralista de la tradición literaria que nos permita tener una visión más completa de nuestro pasado literario.
15. Entonces ¿qué textos se incluyen en este curso?Los objetivos de este curso son precisos: es un curso de apreciación de la literatura, de introducción al texto literario. Por esta razón, nuestro criterio fundamental ha sido seleccionar las obras literarias que mejor representan los cuatro géneros estudiados. Muchas de ellas, la mayoría, coinciden con aquellas consideradas como obras clásicas. Pero también incluimos obras de autores que no entraron o que todavía no entraron en el canon. Como hemos señalado anteriormente, el énfasis de nuestro curso se enfoca en el lector. Buscamos una toma de conciencia de los recursos literarios que pueden hacer más satisfactoria la lectura de una obra literaria.
16. Por lo dicho hasta ahora, mucho del énfasis de este curso recae en cómo debemos leer un texto literario.Así es, en términos generales, pero no deseamos prescribir una lectura como la correcta. Apreciar la literatura es tomar conciencia de los recursos estilísticos y de retórica que emplea el autor en el proceso de crear una obra de arte. Cuando decimos que vamos a privilegiar al lector, queremos decir que vamos a leer los textos desde la perspectiva del lector. O sea, aunque el autor importa, no vamos a tratar de descubrir lo que el autor pensaba al escribir su obra, si bien puede ser un aspecto de valor para tener en cuenta. Tampoco vamos a enfocarnos en el texto, como si no existiera el autor ni el lector.
17. ¿Qué quiere decir “leer desde la perspectiva del lector”?En términos muy simples, leer desde la perspectiva del lector quiere decir tener en cuenta los objetivos que el lector tiene para leer un texto. No es lo mismo leer un libro para comentarlo en clase, que leer un libro por distracción. También podemos leer una obra prestando atención únicamente a los elementos estilísticos, o al contenido y posición filosófica que proyecta el autor, o a la cultura de una época que recrea el texto. Es decir, deseamos privilegiar la razón que nos motiva a leer un texto. En este curso de apreciación de la literatura, nuestro objetivo es reflexionar sobre los recursos estilísticos y culturales que un autor y su época emplean para la creación artística.
18. Desde esta perspectiva del lector ¿para qué sirve la literatura?La respuesta a esta pregunta sigue siendo un tema de debate. Las propuestas son muy variadas e incluyen posiciones radicalmente opuestas: para unos leer literatura es perder el tiempo, para otros la lectura de la literatura es el símbolo del ser humano culto. Nosotros vamos a considerar la literatura como un producto artístico y cultural. Como producto artístico nos ayuda a perfeccionar el conocimiento del idioma español y a apreciar el uso estético de las palabras. Como producto cultural aprendemos a comprender los valores en debate en las distintas épocas y lugares del mundo hispano.
Bibliografía de obras citadas
  • García Berrío, Antonio. Teoría de la literatura. Madrid: Cátedra, 1994.
  • Romera Castillo, José. Didáctica de la lengua y la literatura. Método y práctica. Madrid: Playor, 1979.
  • Wellek, René y Austin Warren. Teoría literaria. Madrid: Gredos, 1966.
(Gómez-Martínez)

LAS EMOCIONES

Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.
Apenas tenemos unos meses de vida, adquirimos emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Charles Darwin observó como los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una función adaptativa.
Existen 6 categorías básicas de emociones.
  • MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
  • SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
  • AVERSIÓN: Disgusto, asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
  • IRA: Rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
  • ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
  • TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.
Si tenemos en cuenta esta finalidad adaptativa de las emociones, podríamos decir que tienen diferentes funciones:
  • MIEDO: Tendemos hacia la protección.
  • SORPRESA: Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.
  • AVERSIÓN: Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.
  • IRA: Nos induce hacia la destrucción.
  • ALEGRÍA: Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien).
  • TRISTEZA: Nos motiva hacia una nueva reintegración personal.
Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.
Las diferentes expresiones faciales son internacionales, dentro de diferentes culturas hay un lenguaje similar. Podemos observar como en los niños ciegos o sordos cuando experimentan las emociones lo demuestran de forma muy parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial. Posiblemente existan unas bases genéticas, hederitarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás. Aunque las expresiones también varían un poco en función de la cultura, el sexo, el país de origen etc. Las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas y esta sensibilidad aumenta con la edad. Otro ejemplo son los rostros de los orientales, especialmente los japoneses, son bastante inexpresivos, pero es de cara a los demás, porque a nivel íntimo expresan mejor sus emociones.
Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos ponemos tristes o serio e incluso podemos llegar a llorar como esa persona. Por otro lado, se suelen identificar bastante bien la ira, la alegría y la tristeza de las personas que observamos. Pero se identifican peor el miedo, la sorpresa y la aversión.
Las emociones poseen unos componentes conductuales particulares, que son la manera en que éstas se muestran externamente. Son en cierta medida controlables, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo:
  • Expresiones faciales.
  • Acciones y gestos.
  • Distancia entre personas.
  • Componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal).
Los otros componentes de las emociones son fisiológicos e involuntarios, iguales para todos:
  • Temblor
  • Sonrojarse
  • Sudoración
  • Respiración agitada
  • Dilatación pupilar
  • Aumento del ritmo cardíaco
Estos componentes son los que están en la base del polígrafo o del "detector de mentiras". Se supone que cuando una persona miente siente o no puede controlar sus cambios fisiológicos, aunque hay personas que con entrenamiento sí pueden llegar a controlarlo.
¿Qué es lo que nos produce el miedo a nivel fisiológico?
Cuando nos encontramos ante un estímulo que nos provoca miedo o temor, nuestro cuerpo reacciona activándose, de manera que estemos a punto para cualquier reacción de lucha o huída que sea preciso a fin de protegernos, ya que nuestro impulso más básico es el de la supervivencia.
La activación se produce de la siguiente manera:
  1. El lóbulo frontal de la corteza cerebral por la acción del hipotálamo activa la glándula suprarrenal.
  2. La glándula suprarrenal descarga adrenalina.
  3. Las pupilas se dilatan.
  4. El tórax se ensancha.
  5. El corazón se dilata, aumenta la provisión de sangre.
  6. Se produce un aumento de la tensión arterial.
  7. Los músculos se contraen.
  8. El hígado libera glucosa, el combustible de los músculos.
  9. La piel palidece.
  10. Los bronquios se dilatan para aumentar el volumen de oxigeno.
  11. En casos extremos la vejiga urinaria se vaciará.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
De la misma manera que se reconoce el CI (cociente intelectual), se puede reconocer la Inteligencia Emocional. Se trata de conectar las emociones con uno mismo; saber qué es lo que siento, poder verme a mi y ver a los demás de forma positiva y objetiva. La Inteligencia Emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada.
Características básicas y propias de la persona emocionalmente inteligente:
  • Poseer suficiente grado de autoestima
  • Ser personas positivas
  • Saber dar y recibir
  • Empatía (entender los sentimientos de los otros)
  • Reconocer los propios sentimientos
  • Ser capaz de expresar los sentimientos positivos como los negativos
  • Ser capaz también de controlar estos sentimientos
  • Motivación, ilusión, interés
  • Tener valores alternativos
  • Superación de las dificultades y de lasfrustraciones
  • Encontrar equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Goleman explica que la Inteligencia Emocional es el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada en el terreno personal y social. Incluye, por tanto, un buen manejo de los sentimientos, motivación, perseverancia, empatía o agilidad mental. Justo las cualidades que configuran un carácter con una buena adaptación social.
El psicólogo W. Mischel hizo un experimento con niños de 4 años: les daba un caramelo y les decía que tenía que irse un momento, pero que debían esperar a que él volviera antes de comérselo, si lo hacían así él les daría otro caramelo como premio. El tiempo que permanecía fuera era tan sólo de 3 minutos. Habían niños que no esperaban y se comían el caramelo. Posteriormente hizo un seguimiento de los niños y observó que los que no se habían comido el caramelo, eran más resistentes a la presión, más autónomos, más responsables, más queridos por sus compañeros y mejor adaptados en el medio escolar que los otros.
Todas las personas nacemos con unas características especiales y diferentes, pero muchas veces la manera que tenemos de comportarnos o de enfrentarnos a los retos de la vida son aprendidos. Desde pequeños podemos ver como para un niño no está tan bien visto llorar y expresar sus emociones como en una niña, además a los varones se les exige ser más valientes, seguros de sí mismos. También podemos observar como, según las culturas, las mujeres son menos valoradas, tanto en el ámbito personal como en el laboral, lo cual es el origen de opresiones y malos tratos. Todo esto lo adquirimos sin darnos cuenta ya desde el momento en que venimos al mundo: nos comportamos como nos han "enseñado" a comportarnos. Quererse a uno mismo, ser más generoso con los demás, aceptar los fracasos, no todo depende de lo que hemos heredado, por lo que hemos de ser capaces de seguir aprendiendo y mejorando nuestras actitudes día a día, aprender a ser más inteligentes emocionalmente, en definitiva a ser más felices.

Bibliografía:
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Barcelona. Kairos.
Reeve, J. (1994). Motivación y emoción. Madrid. Mc Graw Hill.
Vila, J., Fernández, M. (1990). Activación y conducta. Madrid. Alhambra.