Richard Watson
Richard Watson es un escritor y  conferencista que asesora a organizaciones sobre el futuro, en particular acerca  del impacto de tendencias globales y sobre estrategias a largo plazo. Ha  trabajado en la planificación de escenarios, investigación y proyectos de  innovación con IBM, Coca-Cola, McDonald’s, Westfield, P&G, Ltd Noticias,  Nestlé, Toyota y Samsung, entre otras compañías. También es columnista de varias  revistas, como Fast Company (EE.UU.), Retail Banking Review (Australia) y Future  Orientation (Dinamarca). Es autor de Future Files. Una historia de los  próximos 50 años (Nicholas Brealey Publishing, 2010) y Future Minds. Cómo  la era digital está cambiando nuestras mentes (Clays St Ives plc.,  2010).
Si no tenemos cuidado, cuatro mil millones  de celulares, dos mil millones de PCs, quinientos millones de cuentas de  Facebook y, probablemente, un trillón de búsquedas en internet vía Google,  además de textos y tweets, podrían conducir a la muerte del pensamiento. La idea  de Future Minds surgió mientras me demoraba con una taza de café en la  azotea de un hotel en Sydney con vistas al puerto. Me pregunté en esa ocasión si  era posible experimentar este tipo de pensamiento si hubiera estado hablando por  teléfono o ante una computadora en algún sótano de Londres. Mi respuesta de  entonces –y sigo pensándolo ahora– es que no. La vida contemporánea está  cambiando nuestras formas de pensar, aunque la claridad para ver esto se obtiene  sólo con cierta distancia y desprendimiento. El efecto de “visión de conjunto”  es ese estado de conciencia que los astronautas viven cuando ven la Tierra desde  muy lejos. Es lo que William Anders, Borman Frank y James Lovell (tripulantes  del Apolo 8) experimentaron en la víspera de Navidad de 1968. Presenciaron algo  que nadie había contemplado antes: un amanecer en la Tierra. Un frágil planeta  azul ensanchándose por encima de un paisaje lunar inhóspito. Anders reconoció la  importancia de esta visión y tomó algunas fotos. Con ellas, precisamente, daría  inicio el movimiento ambientalista de los años setenta. La historia demuestra  así que los estímulos externos influyen en nuestra manera de pensar: las  actitudes y comportamientos aparentemente “inmutables” están determinados por lo  que nos rodea.
La idea original de Future Minds  fue escribir un libro sobre la forma en que los espacios físicos actúan sobre el  pensamiento. Fundamentalmente, se trataba de un libro sobre arquitectura y  diseño de oficinas. Sin embargo, mi editor me advirtió que un libro como ese  vendería, seguramente, alrededor de tres copias; así que amplié el espectro para  incluir espacios virtuales, dispositivos digitales y, finalmente, cultura de la  pantalla. Future Minds se convirtió en un trabajo sobre el futuro del  pensamiento, con el conjunto de tendencias sociológicas y tecnológicas como  fuerza unificadora. No obstante, creo que en última instancia el libro es algo  ligeramente diferente. Trata de nuestra adicción a la tecnología digital y la  forma en que está modificando nuestras relaciones con los demás: hoy estamos  conectados constantemente. Hace unos 25 o 30 años la mitad del mundo nunca había  hecho una llamada telefónica. Diez años atrás, había menos de 500 millones de  usuarios de celulares; hoy, en cambio, existen 4600 millones en todo el mundo.  En el Reino Unido, el 50% de niños entre cinco y nueve años posee un teléfono.  Una de las consecuencias de esta conectividad es que nos encontramos  continuamente distraídos. Ya no tenemos la posibilidad de estar realmente con  nosotros, de sentarnos en silencio y pensar quiénes somos y hacia dónde vamos.  Irónicamente, la conectividad significa estar solos incluso cuando estamos  juntos. Vivimos un aislamiento digital. Pero lo que me preocupa más es  cómo esto puede estar afectando la calidad de nuestro pensamiento. Éste se  encuentra en peligro de volverse superficial, estrecho, apresurado, fracturado y  sin consistencia. El fenómeno es más problemático porque, en mi opinión, la  originalidad depende en gran medida del pensamiento profundo. La creatividad  seria (en los negocios, la ciencia y las artes) implica un pensamiento  concentrado y atento que depende de la reflexión.
Otra consecuencia de la conectividad y la  distracción constantes es que pueden conducir a errores fatales, a eso que llamo  partial stupidity permanente. Pasamos el día sin concentrarnos en nada  pero estamos explorando el entorno digital en busca de información nueva.  Pensamos que podemos hacer más de una cosa a la vez y terminamos olvidando lo  que se supone nuestro deber. Un estudio realizado en EE.UU. el año pasado señala  que esta actividad multi-tasking se está convirtiendo en el estado  normal. El mismo estudio destaca también que los intensos multi-taskers  son propensos al análisis pobre, se desempeñan muy mal en cuestiones de planifi  cación y, al parecer, carecen del criterio mínimo para distinguir entre datos  irrelevantes. Son los vástagos de la distracción: se aburren cuando no están  instantánea y constantemente estimulados. Es cierto que cualquiera puede  desconectarse, pero la mayoría de nosotros no lo hace. Hay una creciente presión  cultural para estar disponibles siempre y responder de inmediato. En cuanto a  los errores consecuentes, creo que pueden ser muy graves. Quizá nadie recuerda  al señor Da Silva, un portugués que se hizo famoso por utilizar su laptop  para obtener instrucciones sobre el tráfico en la autopista. En una ocasión se  distrajo mientras conducía un camión y se estrelló contra una fila de  automóviles. Mató a seis personas. Pero claro, no estaba solo en esta  outsourcing del pensamiento. Google puede informarnos rápidamente, ¿para qué  molestarnos más? Si la tecnología satelital puede mostrar tu ubicación, ¿para  qué tener conciencia sobre dónde estás?
Pero necesitamos contexto así como texto.  Debemos entender los principios antes de pasar a las aplicaciones. Necesitamos  la dilatación de la profundidad y no sólo hechos superficiales. A menos que  sepamos cómo las cosas se relacionan entre sí, hoy sólo tenemos información.  Para el conocimiento, hay que entender las conexiones; para la sabiduría,  debemos saber las consecuencias. Si todos utilizamos las mismas fuentes, ¿qué  pasa con la autenticidad? Tal vez piensen que estoy exagerando, pero no, esto es  muy serio. Lejos de crear un paraíso intelectual, existe el peligro de que la  digitalización reduzca nuestro pensamiento. El 99% de las búsquedas de Google no  va más allá de la primera página de resultados. Los papers académicos están  comenzando a citar cada vez menos estudios. ¿Pero qué pasaría si un día estas  cosas no funcionan? Damos por supuesto, por ejemplo, que internet siempre  funcionará. ¿Y si el volumen de datos llega a ser tan grande que se bloquea? ¿Y  si la escasez de energía interrumpe el acceso? ¿Qué pasaría si los ataques  cibernéticos se convierten en un problema tal que obligan a que las cosas de  verdadera importancia se pongan fuera de línea? ¿Cuántas personas o  instituciones tienen un plan en caso de que los celulares, correos electrónicos,  sat-navs, Google o toda la web no puedan utilizarse por un tiempo? ¿Pero por qué  nada de esto parece importar? ¿Importa si nuestros cerebros están cambiando?  Siempre han cambiado. Siempre hemos inventado cosas nuevas y siempre nos hemos  preocupado por ellas. Hasta cierto punto, nos hemos quejamos invariablemente de  las generaciones más jóvenes. Sin embargo, la realidad se está transformando en  todas partes y para todos; incluso, la tecnología se ha convertido en adicción,  en algo prescrito.
Me preocupa asimismo que si bien la  cantidad de comunicación está aumentando de manera exponencial, la calidad de  ésta ha retrocedido. Y ello es perjudicial para nuestro pensamiento tanto como  para nuestras relaciones. Las ideas –en mi experiencia– son inherentemente  sociales, y si quieren prosperar necesitan interacciones físicas. Eso es lo más  importante: la gente necesita también de la gente. Otro efecto secundario de la  era digital es que nuestras relaciones son cada vez más banales. Gracias a los  mensajes de texto, e-saludos y redes sociales, sabemos de mucha gente pero sin  conocerla bien. Hemos sustituido el trato íntimo por el trato “familiar”. Es  interesante señalar en este sentido que una década atrás uno de cada diez  estadounidenses decía no tener a nadie en quien confiar. La cifra ha subido a  uno de cada cuatro. Hay 300.000 aplicaciones para el iPhone de Apple aunque, al  parecer, no cuenta con ninguna de ellas para estar solo. Seguramente seré  acusado de dramatizar pero me parece que la empatía y la tolerancia hacia los  demás podrían ser dos de las víctimas de nuestra cultura digital instantánea. Si  nos mantenemos abstraídos con el iPod, por ejemplo, estaremos menos conscientes  de los demás y puede que alguien necesite nuestra ayuda. Igualmente, si  personalizamos nuestra experiencia de la realidad a través de los canales RSS,  alertas de amistad, Google Earth y así sucesivamente, es menos probable que nos  veamos confrontados por gente con ideas diferentes. Nuestro pensamiento ya no  será cuestionado en absoluto.
Internet es un invento maravilloso y yo no  sería capaz de hacer mucho de lo que hago sin él. Por lo mismo, no estoy  declarando la guerra a los dispositivos digitales. Google no es el mal ni Apple  está corrompido. Esencialmente, estoy argumentando en favor de cierto punto de  equilibrio analógico-digital, de la misma manera que la gente habla sobre el  equilibrio trabajo-vida. Deberíamos pensar más a largo plazo. La tecnología debe  utilizarse en combinación con la inteligencia y el juicio humanos, no como su  reemplazo; usarla para avanzar en las relaciones humanas, no para negarlas.  Debemos pensar en los méritos relativos de las tecnologías digitales y  analógicas y elegir las mejores herramientas para nuestro trabajo. Una evidencia  cada vez más patente es que los píxeles y el papel son radicalmente diferentes.  Cuando usamos una pantalla nuestra mente está en la disposición general de  “buscar y adquirir”. Se trata de un modo de pensar rápido, que está bien si uno  desea conseguir o transmitir algo de inmediato. Frente al papel, por el  contrario, nuestras mentes se muestran más lúcidas. Tendemos a ver el contexto:  nuestro pensamiento es un tanto más curioso y cuestionador. Existen pruebas de  que la gente es menos prudente con el dinero si es digital. Cuando se digitaliza  es como si perteneciera a otra persona y lo gastamos impulsivamente. En  contraste, los billetes y las facturas parecen tener peso. Los tomamos más en  serio.
¿Qué podemos hacer si tratamos de  conseguir un equilibrio positivo entre lo digital y lo analógico? En primer  lugar, restringir nuestro flujo personal de información. En 2008 y en EE.UU. la  gente consumió 300% más información que en 1960. Debemos saber que no toda es  útil o digna de confianza; asimismo, recordar que a pesar de la revolución  digital, el medio todavía influye en el mensaje. Daré un ejemplo. Estaba yo a  mitad de Future Minds cuando advertí la necesidad de más datos sobre  cuándo y dónde la gente obtuvo sus mejores ideas. Eran necesarias alrededor de  1.000 respuestas para obtener un buen panorama al respecto. En este sentido  entendí que (según mi experiencia) si quería 1.000 respuestas debía enviar entre  50.000 y 100.000 correos. Si la gente no me conocía y estaba siempre ocupada,  pedirles que se detengan a pensar durante unos minutos era esperar demasiado.  Existían fuertes probabilidades de que no me respondieran. Pero entonces se me  ocurrió lo siguiente: ¿y si la propia interrupción fuera algo inusual? ¿Qué  pasaría si enviaba yo cartas mecanografiadas y manuscritas? Funcionó. Tengo  cerca de 1.000 respuestas. Cartas de Howard Gardner, Susan Greenfield, James  Dyson, Nick Mason (de Pink Floyd); incluso tengo una respuesta indirecta del  Príncipe de Gales que ni siquiera esperaba. ¿Qué prueba esto? Fundamentalmente,  que la escasez sigue creando valor. En cierta medida también demuestra que si  algo es realmente muy fácil, uno no debería hacerlo. “La comodidad es la  enfermedad contra la que luchamos en cualquier campo creativo”, ha dicho Jack  White. En segundo lugar, hay que desconectarnos. Nuestro cerebro necesita  serenarse. Si no lo hace, no funcionará correctamente. Debemos dejar nuestros  celulares fuera después de las 6:30 pm. Es interesante ver cómo los padres  tratan de establecer límites en torno al uso de pantallas para sus hijos, sin  embargo, no parecen restringirlas para sí mismos. Gran parte de la preocupación  sobre los celulares, Facebook, Twitter, etc., se ha centrado en los niños y  especialmente en los adolescentes, pero los adultos son una parte muy importante  de esta historia. Un libro escrito por Sherry Turkle y que saldrá el año próximo  gira en torno al uso de la tecnología digital por parte de los padres. El  principal argumento de la autora es que en este contexto los niños se sienten  aislados y heridos.
La tecnología no es un destino. El ser  humano, por lo que sabemos, es la estructura más compleja en el universo pero  tiene una característica muy sencilla: no es rígido sino maleable. Es  impresionable al grado de que registra cada cosa que le sucede. Y se podría  pensar que los mensajes de texto, búsquedas en internet, sat-navs y Google no le  afectan. Pero podríamos estar equivocados: de hecho, ya ha sido afectado. La  cuestión, por lo tanto, no es si dicho entorno van a influir en el pensamiento o  el cerebro, sino cómo va a suceder tal cosa. La verdadera pregunta será entonces  si tenemos o no el tiempo para cambiar o queremos que todo siga igual
La tecnología debe utilizarse en combinación con la inteligencia y el juicio humanos, no como su reemplazo; usarla para avanzar en las relaciones humanas, no para negarlas. Debería ser el principal y mejor uso que le demos a las tecnologías, ya que la adicción a éstos medios, aleja a las posibles relaciones que pudieramos formar con las personas que están a nuestro alrededor...
ResponderEliminarEn tanto el hombre evoluciona busca su bienestar, pero hoy día se esta sobrepasando el limite y no cabe duda que tenemos que limitarnos en el uso de las tecnologías, parece algo imposible, aunque la imagen de un futuro monótono y sin grandes pensadores nos deja la espina, sin duda solo queda en cada persona y sus creencias que se logre una racionalización de la comodidad, que son como concibo los avances...
ResponderEliminarEl uso de la tecnología es indispensable en nuestros tiempos, pero el uso de ella debe ser racional,ya que en algunas ocasiones dejamos de lado las relaciones humanas, por ello creo que es importante que establezcamos prioridades y analicemos el porque y para que hacemos uso de la tecnología
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Arturo.. en la sociedad en la que vivimos ya no podemos darnos el lujo de dejar de lado la Tecnología, y menos nosotros como maestros, porque si lo hacemos llegaran a molestarnos comentarios como los de una compañera de primero y entonces lo que nos quedara a nosotros es hacernos los ofendidos y reprobaremos a expresiones como esas, siendo que dicen lo que pasa. Así que maestros a ponernos las pilas y a usar la tecnología!!
ResponderEliminarClaro, de manera adecuada y racional como ya mis compañeros comentan..
La tecnología en nuestros tiempos, ha ayudado a acercar a los que están lejos y alejar a los que están cerca. Dada la época en la que vivimos dependemos mucho de la tecnología para llevar a cabo algunas de las actividades más cotidianas. Es imprescindible pensar en lo que hacemos y lo que hemos dejado de hacer. Y reflexionar acerca de cómo podemos mejorar la situación. No es el caso de que tengamos que dejar los medios de comunicación por completo y considerarlos un mal. Sólo es cuestión de saber establecer un equilibrio entre lo que hacemos y como vivimos.
ResponderEliminarLo mismo pasa con las interacciones sociales. No es que un día nos despertemos y dejemos de hablarnos con los demás. Al menos no en unos años. Somos seres sociales. Dependemos de la comunicación con los otros.
Ayudemos a los otros a no dejar de ser auténticos, creativos, pensadores, más sociales, etc. Nacimos, crecimos y esperamos morir con la tecnología, por la época en la que nacimos. Sólo es cuestión de a aprender a amar nuestro exterior.
Un texto muy interesante… coincido con el autor en varios puntos. Claro que todo lo que consumimos en exceso nos hace daño, a veces ni siquiera pensamos en las consecuencias de un uso excesivo la tecnología digital, si bien es cierto que contribuyen en la formación y desarrollo de los seres humanos, también en cierto que esta debe utilizarse en combinación con la inteligencia y el juicio humano, no como su reemplazo; además no hay nada más significativo que la interacción con los seres humanos…
ResponderEliminarEsto me recordo una de mis clases en la prepa, hablabamos sobre la realidad virtual y de los alcances que hasta ese momento se tenian y surgio una pregunta interesante, que estaba aun poco fuera de lugar ya que todos los ahi presentes abogabamos por la comodidad e inovaciòn tecnologica, ¿para qué queremos otra realidad si la que tenemos no la sabemos vivir?...
ResponderEliminarNo hubo respuesta inmediata y aunque no quisieramos dijimos que para tambien destruirlo.
Con esto quiero llegar a que habra y seguira habiendo millones de inovaciones tecnologicas pero estas debieran ir a la par que el desarrollo del hombre con un ser humano que esta con otros seres humanos...bueno eso creo
Vivimos en un mundo donde la tecnología está a la vanguardia, estos usos tecnológicos están afectando los procesos de memorización y aprendizaje en las personas. Por ejemplo, yo recuerdo que antes memorizaba los números telefónicos de mis familiares cuando no tenía un celular, sin embargo, ahora el hecho de traer un celular y un apartado de contactos, hace que el ser humano se limite a memorizar por lo menos un número telefonico. Hay que recordar que las herramientas tecnológicas son útiles y de gran beneficio, siempre y cuando les demos el uso adecuado.
ResponderEliminarconsidero que la tecnologia es una herramienta importantisima para la mejora de vida de los seres humanos, sin embargo no existe un uso adecuado de la mismas, puesto que se hace mal empleo.
ResponderEliminarEn la actualidad dia a dia la tecnologia va avanzado de una forma ta inesplicable,va entrando cada vez mas esta innovación pro e nosotros depende si la utilizaos correctamente o incorrectamente, siento que es parte para la mejoria mas no una herramienta indispensable para la humanidad
ResponderEliminarEl uso de los medios de comunicación y de las redes sociales se centra en interactuar solo asta un punto no en reducir la creatividad sin embargo estamos reduciendo esta interacción entre humanos. Pero el pensamiento realmente esta pobre…
ResponderEliminarDia a dia incrementa el uso de la tecnologia en cualquier situacion, la necesitamos en todo momento en cualquier circunstancia ... sin pensar que si no lo usamos con precaucion y con limites puede ocasionar graves problemas dentro de la sociedad porque no logramos interactuar con los demas perdiendo la calidez de poder relacionarnos personalmente.
ResponderEliminar"Si no tenemos cuidado, cuatro mil millones de celulares, dos mil millones de PCs, quinientos millones de cuentas de Facebook y, probablemente, un trillón de búsquedas en internet vía Google, además de textos y tweets, podrían conducir a la muerte del pensamiento", tetxo alarmante para aquellos que aun no han logrado un equilibrio en el uso d elos meidos de comunicacion.
ResponderEliminaren algun momneto d emi vida lei el libro de SE BUSCA LOCOS, en dond enos mencionaba ek autor qu enosotros nos estamos convirtiendo en maquinas, que solo presionamos un boton para que s hagan las cosas. El hombre crea por necesidad, pero no hay que crearnos nuestras necesidades.
la tecnologia va a pasos agigantados, todo lo que esta revolusionando, nos esta afectando automaticamente, la mercadotecnica, los vemos ante nosotrso constantemente, ya nada es produccion de la lmano del hombre. Ahra esas maqu9nas mortales son las que hacen los trabajos que antes eran producto d los hombre. El ser humano se esta convirtiendo en un ser pasivo totalmente, todo lo esta dejando en manos de seres sin alma. Si podemos hacer las cosas nosotros mismos, porque cargarle el trabo a unas maquinas, relxionemos sobre nuestro actuar.
ResponderEliminarEl hombre ha creado e inventado distintas herramientas, objetos, instrumentos, cosas, etc para mejorar cada vez más su calidad de vida, lo cuál efectivamente le ha servido, pero lamentablemente todavía no se ha hecho uso adecuado de muchos de ellos, entre los que esta la tecnología, pues si bien es una herramienta que se utiliza cada vez más encualquier lugar, y que es útil para el hombre, pero ahora la cuestión es saber y decir hasta donde es necesario utilizarla, pues no siempre es necesario, ya que es importante no dejar de ver las habilidades que uno tiene y que la tecnología no podrá remplazar jamás. Es cuestión de hacer conciencia de nuestras verdaderas necesidades y no inventar más.
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